
Los
microrganismos son capaces de adaptarse a diferentes condiciones de su entorno,
incluyendo ambientes extremos. Esta gran capacidad de adaptación ha promovido
el incremento de la resistencia a los antibióticos o antimicrobianos.
La
capacidad de intercambiar información genética entre los microorganimos, de una
forma muy democrática, se denomina “transferencia genética horizontal”. De esta
manera, los microorganismos adquieren de manera rápida la información necesaria
para poder soportar los efectos de un ambiente adverso, tal es el caso del uso
de los antibióticos durante una infección.
Por
esta razón, muchos de los microorganismos resistentes a los antibióticos
aparecen en ambientes donde el uso de antibióticos es frecuente, tales como
ambientes nosocomiales, criaderos de animales de granja, entre otros. Sin
embargo, estos microrganismos pueden colonizar otros entornos donde pueden por
si mismos causar enfermedades, o en donde pueden entrar en contacto con otros
microorganismos receptores de una información valiosa (genes de resistencia).
Figura 1: Placa Petri con cultivos microbianos resistentes a diversos antibióticos (Fuente: Instituto Nacional de Salud, Lima, Perú)
Actualmente, la resistencia representa una de las principales amenazas a la salud mundial y puede afectar a cualquier persona, sin discriminar edad, nacional, condición económica y/o de género.
Debido al incremento de la resistencia a los antibióticos globalmente, la OMS está priorizando acciones para contener este problema, y advierte que estamos ingresando de forma inminente a una era post-antibióticos, donde las opciones terapéuticas se reducen cada vez más, y en la que cualquier infección común podría resultar fatal.
Un
reciente estudio publicado en The Lancet Infectious Diseases ha reportado la identificación de un gen MCR-1 que confiere resistencia a la
colistina, fármaco utilizado como último recurso para tratar infecciones
producidas por bacterias Gram negativas. Esta investigación sugiere que estamos
a punto de averiguar que sucede cuando ya no tenemos antibióticos que
funcionen.
Figura 2: Incremento
de la resistencia a los antibióticos por enteropatógenos de importancia en
salud pública (Fuente: Nature)
Corresponde
entonces tomar conciencia sobre este problema, entender los determinantes
asociados a la resistencia a los antibióticos, y promover la búsqueda de nuevos
antibióticos capaces de mejorar los tratamientos actuales permitiendo
contrarrestar las denominadas “Súper Bacterias”, que emergen de forma
imprevista y cada vez con mayor frecuencia.
Estos
aspectos serían los principales pilares para un adecuado control y prevención
de la resistencia, que sigue vigente en la salud pública a nivel local,
regional y mundial.
Por otro lado, no solo necesitamos nuevos antibióticos capaces de controlar los microrganismos multiresistentes (microbios que resisten a varios antibióticos), sino también un verdadero cambio para mejorar el comportamiento respecto al uso inadecuado de estos medicamentos. En este tema, el uso adecuado de los antibióticos por el personal de salud es crucial y debe acompañarse de una vigilancia epidemiológica de los determinantes de resistencia (información genética presente en los microorganismos que confieren resistencia a los antibióticos).
Por otro lado, no solo necesitamos nuevos antibióticos capaces de controlar los microrganismos multiresistentes (microbios que resisten a varios antibióticos), sino también un verdadero cambio para mejorar el comportamiento respecto al uso inadecuado de estos medicamentos. En este tema, el uso adecuado de los antibióticos por el personal de salud es crucial y debe acompañarse de una vigilancia epidemiológica de los determinantes de resistencia (información genética presente en los microorganismos que confieren resistencia a los antibióticos).
Finalmente,
un aspecto que no constituye un tema actual de discusión pero que probablemente
sea también un factor determinante es el uso indiscriminado de los antibióticos
en la crianza de animales para el consumo humano (se calcula que alrededor del
80% de los antibióticos producidos globalmente se destina a esta actividad).
Reflexionemos en torno a esto.
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