El virus de la COVID-19 ha sufrido diversas mutaciones y variaciones propias del virus en su transmisión en diversas poblaciones alrededor del mundo. La Organización Mundial de la Salud clasifica a estas variantes del virus en tres clases: variantes de interés (VOI), variantes de preocupación (VOC) y variantes bajo monitoreo (VUM). Hasta la fecha se han identificado 5 variantes de preocupación: Alpha, Beta, Gamma, Delta y Omicron.
El mes de noviembre del 2021 se detecta el primer caso de la nueva variante del virus SARS-COV-2 en Sudáfrica, la cual fue clasificada rápidamente como variante de preocupación debido a la rapidez para generar alzas en las estadísticas de casos nuevos, en comparación con las anteriores VOC, indicando una posible ventaja para su transmisión comunitaria y eventualmente mundial si no es controlada a tiempo.
La incertidumbre es un factor importante al momento de tomar decisiones para cuidar la salud pública, y en el caso de la variante Omicron aún no se sabe con certeza si las infecciones presentan cuadros de mayor o menor gravedad que las anteriores VOC. En cualquiera de los casos, un alza de los casos (ya sea graves o agudos) puede resultar en un colapso de los establecimientos de salud debido a la alta demanda y la poca capacidad de atención para una posible ola de pacientes enfermos.
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